martes, 12 de abril de 2011

San AnTonio Abad

En la calle la veo pasar, tan orgullosa de su libertad, ella sabe lo que quiere y no se detiene a pedir indicaciones,  ella es su propio camino y destino.
Perdido ya de noche trato de ubicarme con las estrellas, parece muy difícil, y mejor me dejo caer bajo el fuego cruzado, todo parece tan hermoso y brillante, trato de mirar a los ángeles que se burlan de mi mortalidad; es el deseo la razón de mis acciones.
Mis manos tratan de ubicar el norte y el humo de mi boca se dispersa por toda la habitación, el fuego es mas  juguetón que de costumbre, ella fusiona su piel con la mia, y el misticismo de sus ojos me envuelve en el nirvana.
Escucho cantos de sirenas en vasos de agua, es como cuando perdí la razón por primera vez, y des pues de un rato la encontré en las escaleras del metro san Antonio.

  

miércoles, 6 de abril de 2011

El Pasado

El pasado
Violines suenan, hasta desgastar todas sus fuerzas, estropean sus cuerdas despreocupados  por mantener la fantasía, el éxtasis, la comunión con el mismo universo, existencia absurda de los hombres, humana ha de ser  la criatura que tenga noción de su propia vida y aun así tomárselo con tanta calma.
“La” es la primera en ceder, la mas importante, la institutriz, la guía de tres inexpertas doncellas, sin su fiel consejo en los caminos hacia la divinidad, resulta casi imposible mantener las sabanas limpias de tan impecable espíritu santo, sin embargo en este momento, la locura impone su propio credo, caen relámpagos que deslumbran a los amantes del cielo y las tormentas  arrasan hasta con las afinaciones mas cuidadosas;
Una improvisación que parece de lo más novedosa, pero en sus entrañas solamente es la descomposición de un suceso lejano, aferrado a otro tiempo y  a otro yo. Ya no me es relevante y a un así es de mi mas preocupado subconsciente, Su fantasmagórica presencia, aterroriza durante mis sueños a mis mas queridas invenciones.
Carnavalesco ya es el sonido, los indigentes salen de sus escondites, se dirigen a la plaza principal, nadie puede creer el número de pobres diablos, a veces es mejor mirar al muro, al techo o ala tele.
Entonces como si se tratase de un acto patriótico, todos levantan las manos y cantan lo que parece ser el himno de una patria de exiliados.
Entonces me dispongo a pasar otra noche fumando cigarrillos en el baño.